Una piedra tan grande como tus pecados – De El Ganso a Cacabelos #dia9
Etapa: 58km
A 190km de Santiago de Compostela
Venga, a estirar un poco que ya me dijeron que subir la Cruz de Ferro no iba a ser fácil.
Toda la ropa estaba mojada, así que seguí el ritual de siempre:
- colgas la ropa en las alforjas
- cuando están completamente cubiertas de polvo, le pegas dos veces contra la pierna
- guardas la ropa medio húmeda y llena de polvo para usarla cuando estés recién duchada.
En esta etapa decidí ir por el asfalto, ya me habían advertido que es casi imposible hacerlo por el Camino. La Cruz de Ferro, a 1500 metros de altitud, es el punto más alto del Camino Francés. La tradición consiste en dejar aquí la piedra que el peregrino debe traer desde el principio de su peregrinación.
Al arrojarla se estarían librando de las cargas y culpas que hayan ido cargando durante su vida. Pero la tradición añade:
«La piedra tiene que ser tan grande como los propios pecados»
Y fíjate si son listos, porque aunque supiera que el tamaño era fundamental y cambiara la alforja por una piedra gigante, la dejaría a medio camino. ¡Qué duro es subir este puerto!
Yo cogí mi piedra en el Camino y la cargué durante días pensando en qué representaría. De qué me quería librar. Cuando llegué a la Cruz lo supe, pero como podéis adivinar la piedra no era suficientemente grande 😦
Pero os voy a decir una cosa, la piedra de los demás tampoco es que fuesen mucho más grandes. En el palo de la cruz cuelgan de todo. 
A más de la mitad del recorrido yo ya tenía claro que la espiritualidad del Camino no me iba a llegar. Yo no la sentía. Ni las fuerzas de una energía del más allá, ni las respuestas a las preguntas que yo no sabía, ni la limpieza del alma, ni las conclusiones de mis planes a medias. Nada.
Era algo físico, sufrido, un reto. Deporte, sudor, un poco más. Subir el puerto es sufrido, pero es bonito. Llegar agotada al destino hace que la ducha sea un placer extraordinario. El hambre es voraz, comes los mejores macarrones de menú de tu vida. Cumplir el reto de cada día te hace fuerte, te sientes orgulloso de cumplirlo. Y especialmente, muy especialmente… vivir el presente por primera vez durante 15 días seguidos.
Llegar a Cruz de Ferro fue especialmente duro, pero la sensación de cumplirlo es muy buena y saber que solo te queda bajar es mejor todavía.
En esta bajada encuentras en Manjarín la casa del último templario. Tomás. Un personaje que vive en un refugio y dar cobijo a los peregrinos. Me recibiron estos simpáticos anfitriones y decidí esperar a verlo.
Charlé un poco con él. Decía que actualmente los puntos de poder están en Brasil. ¿Queréis verlo? mírale. Es así, exactamente así. Pero me daba cosa sacar una foto a su jeto. Este es el refugio:
Aquí conocí a dos psicólogos italianos. Uno solo hablaba inglés, el otro solo castellano. Era graciosísimo comunicarme con ellos, yo lo decía en el idioma de turno y ellos lo traducían entre ellos. Me vino bien tener compañía otra vez.
Molinaseca es un pueblo hermoso, y de seca tiene poco porque le cruza un río donde aproveché para bañarme y relajarme antes de seguir.
Yo quería llegar hasta Cacabelos, aunque los chicos pensaban quedarse en Pontevedra y fue tentador:
El Castillo de los Templarios. Creo que los templarios se merecen un post. ¿Verdad?
Finalmente los chicos seguiron hasta Cacabelos conmigo. Creo que aquí hice mi mejor foto.
Y tocó cenar pulpo, por cierto, riquísimo.
Dale una vuelta a tu destino:
El albergue de peregrinos está al final del pueblo, es curioso porque da la vuelta a la catedral. Hay un patio para lavar y colgar la ropa. Los baños son comunes y las puertas de las habitaciones dan al patio y no tienen cierre.
Toda la razon, tu mejor foto, impresionante…. me ha encantado!!
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